Pueblos Mágicos de México: turismo integrando comunidades

 


La República de los Estados Unidos Mexicanos tiene una extensión territorial de 1 964 375 km2, y una población de 130 262 220 (ciento treinta millones doscientos sesenta y dos mil, doscientos veinte) habitantes.

México ha contribuido, en el caso de nuestro Panamá, en distintas actividades, comenzando con la formación de profesionales panameñas y panameños en diversas disciplinas, como medicina, derecho, arte, ingeniería y agronomía, entre muchas otras profesiones. Además, cuando la situación política en nuestro país se puso difícil, se le abrieron las puertas a cientos de panameñas y panameños para acogerlos como exiliados políticos, siguiendo una tradición de país de asilo internacional que ha sido importantísima para la lucha de muchos pueblos latinoamericanos y de otras latitudes.

Muchas de nuestras familias se han entrelazado con familias mexicanas y han permitido una excelente relación entre ambas.

La infinita riqueza cultural, histórica y natural que tiene México, le pertenecen a la humanidad, por lo tanto es un deber y una responsabilidad de todas y todos que la misma se preserve.

Hace dos décadas, México realiza el lanzamiento de un programa de impulso al turismo regional, digno de imitar, el programa recibió el nombre de Pueblos Mágicos y la finalidad del mismo era promover la visita a pueblos y regiones del país ricas por su cultura y tradiciones, coadyuvando a brindar trabajo y brindando un escaparate para conocer la labor y producción de artesanías y las bellezas culturales y naturales de distintas regiones del país, garantizándole a las familias de estos pueblos mágicos trabajo e ingresos que les permitan vivir en mejores condiciones.

La tarea de creación del proyecto recayó en los profesionales de la Universidad Autónoma de México, Diana Antolín Espinosa y Carlos Alberto Pérez Ramírez, quienes elaboraron el Programa Pueblos Mágicos y desarrollo local. Los objetivos iniciales que se plantearon en el Programa Pueblos Mágicos eran: estructurar una oferta turística complementaria y diversificada. Con la elaboración del proyecto se establecieron las bases para el estudio del desarrollo local, atendiendo a las variables: modo de desarrollo, sistema de actores e identidad local. Se concluye en el estudio que es preciso posicionar a la población local como actores protagónicos en la construcción del desarrollo local, con la finalidad de favorecer la búsqueda de soluciones a problemas comunes y la distribución compartida de los beneficios generados.

Entre los beneficios que se brindan a un pueblo que es integrado al programa de Pueblos Mágicos están: la adquisición de un presupuesto adicional en seguridad y obras públicas, lo que genera un aumento en sus atractivos; por ejemplo, se pintan las fachadas de las casas, se da mantenimiento a los monumentos patrimoniales, mejoran la red eléctrica y de drenaje. Sumado al tema presupuestal de infraestructura, el programa ofrece generar y promocionar las actividades culturales, la elaboración de artesanías, la promoción de festividades, tradiciones y gastronomía del lugar. Además de generar productos turísticos alternos, como la aventura, deportes extremos y pesca deportiva, entre muchos otros.

El Programa de Pueblos Mágicos inició en el año 2001 y lleva operando exitosamente más de dos décadas de forma ininterrumpida; estructurando para los Pueblos Mágicos y las regiones adyacentes una oferta turística complementaria y diversificada; aprovechando la singularidad de las localidades para la generación de productos turísticos que signifiquen un alto grado de atractividad.

Una de las principales aportaciones teóricas del programa es el trabajo de análisis de la interrelación de las políticas públicas y la actividad turística con los procesos de desarrollo local; un ejemplo claro es el que se dio en el Municipio de El Oro, en el estado de México, donde los retos pendientes eran la incorporación de la población local a la dinámica económica, mejorar la distribución de los beneficios que se generaban a través del turismo, así como favorecer los mecanismos de participación y concertación social entre los habitantes, las organizaciones locales, el sector empresarial y las estructuras políticas administrativas para que se pudieran definir conjuntamente perspectivas y alcances del desarrollo local a partir del turismo.

El ejemplo del programa de Pueblos Mágicos de México es exitoso y ha probado ser una herramienta efectiva en detonar el desarrollo social de muchas regiones de este país. Creemos que este es un buen ejemplo a seguir para Panamá, pero requerimos que las comunidades y la sociedad en general en las distintas partes del país se organicen y con apoyo de las autoridades locales y nacionales realicen programas, en los cuales se involucre a toda la población de una región y en conjunto puedan elaborar y llevar a cabo planes de desarrollo social que contribuyan a mejorar las condiciones de las propias comunidades. Para ello se necesita tener e implementar políticas públicas que busquen destinar recursos para mejorar las condiciones de vida de las propias comunidades. Allí la unidad, el respeto a los derechos humanos de las personas, es fundamental.

Estos programas ayudarían a levantar la situación de una gran cantidad de personas que hoy viven y sobreviven en muchas regiones de nuestro país en condiciones muy precarias, por un lado y por el otro, a fomentar la solidaridad y cooperación entre los miembros de las comunidades, haciendo frente a la creciente presión social por impulsar una sociedad cada día más individualista.

Se necesita encontrar la razón para unirnos y tener salidas a las realidades de nuestros barrios, y comunidades, exijamos a los Gobiernos normas, políticas que ayuden las condiciones de vida de las miles de familia, a tener una vida digna y justa.

Educadora

 

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